
Por recomendación de una personita pensante y por el hecho de que esta vez tiene toda la razón, pasemos a analizar lo que según ella siempre dejamos en el tintero los que intentamos dedicarnos a esto del periodismo cinematográfico: los espectadores, es decir, los otros. Pues bien, primer elemento a tener en cuenta en una película: jamás, jamás pero jamás de los jamás permitir que dos adorables ancianas se sienten a tu lado, porque sino pasarás las casi tres horas de película oyendo no solamente a los personajes hablar, no, también a ellas explicar que era el hijo que ahora ha crecido, no esa es la amante que no la reconoces porque han pasado ya varios años, no que va, ese debe ser el que antes se comía el chocolate ...., vamos que te destripan la película a golpe de sonotone porque como no están muy bien de los oídos pues gritan para medio cine. Segundo punto interesante: levantar nada más empezar la película y recordar a todo hijo de vecino que desconecten los móviles porque por mucho que lo repita una voz cansina en la pantalla siempre existe el gracioso que no lo apaga y encima habla como si tal cosa en el cine: que luego te llamo que ahora no puedo hablar que estoy en el cine, que sí que ya te entiendo pero que no que ahora no puede, que no te tomes las pastillas que luego me cuentas, tú aguanta ..., bueno pues así hasta un mínuto que a tí se te hacen eternos.
Y así podríamos continuar con el de las palomitas y coca-cola que casualidad no se ha podido sentar con la partenir y se van pasando de la fila de delante a la de atrás el refrigerio como dos tortolitos en plena acción de enamoramiento. Y no sabes si pedirles tú también poder meter mano en el cartón o ponérselo de cucurucho. El caso es que antes de entrar en una película hay que mirar con quien se entra. Porque claro, no es lo mismo, lo reconozco, entrar a ver .... no sé por ejemplo Agárralo como puedas que El buen pastor, porque la primera da igual si prestas o no atención, total la sarta de insustancialidades son tantas que porque te pierdas tres, cinco o veinte no pasa nada, pero claro, cuando De Niro te arrastra a su mundo particular de espías, intrigas, misterio, amores, traiciones y escándalos cualquier detalle es importante. Así que por favor, los otros que se abstengan de entrar cuando me vean aparecer por una sala, porque de momento no tengo tanto dinero como para reservar para mí sola la sesón.
Por cierto, que no lo he dicho, vayan, vayan a ver El buen pastor.