viernes, 2 de febrero de 2007

Eres muy guapo

Dice una muy buena amiga mía, que el mayor calvario de los feos es que son o somos demasiado inteligentes, pero no porque la genética haya actuado por arte de magía en la configuración del ente humano, no, simplemente porque por ser feos la soledad y reclusión social a la que han sido sometidos les ha empujado a cultivar su mente. Pero claro, esta premisa en el cine como que se rompe, porque al fin y al cabo el feo siempre se termina llevando a la macizorra de la pelí, así que no sé hasta qué punto esta teoría es cierta, pero a mí me da siempre que pensar. El caso; el país vecino, es decir Francia, ha sabido rescatar la comedia norteamericana de los años 30 que también manejaban entre otros, Howard Hawks, y en los últimos años nos han dejado regalos tan sorprendents como La cena de los idiotas con escenas hilarantes que encerraban también cierta crítica social. Ahora le llega el turno a Eres muy guapo de la actriz, guionista y directora Isabelle Maugert, una comedia que traslada al espectador a una pequeña granja de la campiña francesa.
Aymè acaba de quedarse viudo y los problemas empiezan a llegar tan pronto como se percata de no ser capaz ni siquiera de poner una lavadora o acordarse de comprar el pan. Pronto decide que debe encontrar una mujer, no para llenar el hueco de su corazón, que según parece nunca lo llenó su viuda, sino para colaborar en las tareas de la granja. El panorama en el pueblo no está para echar cohetes, así que con la ayuda de una agencia matrimonial, viaja hasta Rumanía en busca de alguna aspirante dispuesta a tan ardúa tarea. Elena es la elegida, una jovencita que pronto cambiará la vida de este cuarentón.
Pero lejos de lo que podría parecer una comedia al uso, este trabajo encierra también un drama, el de la inmigración. Claro que, teniendo en cuenta que todo el cine salió tronchándose de risa -sobre todo las pacas que estaban delante mío que no dejaban de hablar y hablar narrando unas otras lo que YA VEÍAMOS TODO EL CINE!!!!- pues no estoy yo muy segura si al final no entré en una película parelela a otra dimensión. Porque a mí, la verdad, se me caían las lágrimas a borbotones, será que nunca entiendo las películas como debería, o quizá sea que nunca he entendido demasiado de ésto, o tal vez que hacía tanto tiempo -y por tiempo digo años- que no lloraba, que una tontería como ver a un hombre destrozado pedir perdón a una jovencita por sentir lo que siente en su corazón por primera vez en su vida, me enterneció tanto que no pude contener el llanto. Así que no estoy en posición de decir si es una película para reír o llorar pero sí que puedo decir que es una película que nadie deberia perderse, porque dentro de su pequeñez de proyección, es un auténtico regalo para la vista.
Además, siempre es un placer contemplar los verdes paísajes de la campiña francesa, y fantasear que también con Aymé - el feo- también algún día podamos encontrar al guapo de la película. ¿Quién ha dicho que el cine no sirve para soñar?

1 comentario:

joshybauer dijo...

Lo que me pude reir con Thierry Lhermitte en La cena de los idiotas, genial!!! jajjaja