lunes, 15 de enero de 2007

El Ilusionista

Ciertamente, El Ilusionista no es un gran película, sin embargo posee aquellos elementos necesarios para hacer de ella un trabajo solvente que la gran pantalla es capaz de traducir en un producto fácil de ver. Flaco favor le hace sin embargo, el estreno de The Prestige (El truco), restándole todo el potencial que podría haber poseído si no fuera por las comparaciones, que odiosas, hace poco he aprendido necesarias para elevar las cosas al status de orden establecido. Y si por comparaciones debemos regir los designios de las cosas, incluidas palabras, pensamientos, acciones y recciones, esta película será necesariamente comparable a otras muchas que han traspasado la pantalla. La magia es la excusa que le sirve al director, así como al escritor de la novela en que se basa la película, para narrar una historia, a priori, de amor imposible (nada nuevo en el mundo de la literatura y el cine); un mago judio y una aristócrata unidos por una pasión infantil a lo largo de los años.
Una brillante puesta en escena, unos decorados impecables, una fotografía acertada y una trama bien construida, incluido su twist final, consiguen que el espectador se mantegan pegado a la butaca pendiente del misterioso mago, de sus supuestos poderes mágicos sobrenaturales. Si bien es cierto, que exiten ciertos lapsus narrativos que la dejan cojeando y llevan al espectador a hacer un doble esfuerzo mental, con el fin de colocar elementos donde el narrador ni siquiera pone pistas. Aún asi, simplemente por el mero placer de ver a la sorprendente Jessica Biel dejar la ajustada camiseta de La matanza de Texas por los sustuosas vestidos fin de siglo, merece la pena sumergirse en esta extraña película de trucos, espíritus, amor, misterio y seducción. ¿Quién sabe? Tal vez por arte de magia consiga colocarse a la altura de su competidora. Hollywood también es maestra en esto de sacar dos ases de la manga y hacer competir al mismo tiempo dos películas tan misteriosamente similares.

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