jueves, 4 de enero de 2007

Babel

La tan célebre y a veces machada frase "para una inmesa mayoría" tiene en esta ocasión una de sus mejores maneras de ser. Esperada y anhelada por esa misma inmesa mayoría, por fin estas fechas de regalos y buenos deseos nos han regalado una de las mejores películas del año, Babel, la trilogía que el mexicano González Iñarritu comenzó con Amores Perros. Como una auténtica torre de Babel, los personajes de esta película conviven en una misma dimensión, más allá de barreras idiomáticas, culturales o religiosas, tal vez porque solamente el dolor nos hace iguales. Rodada en tres continentes, cada uno con su propia idiosincrasia y peculiaridad, Babel es una puesta por la igualidad entre culturas, o más bien entre los hombres, por esa misma solidaridad que nos une ante la incomprensión, ante la imposibilidad de amar o ser amados, porque en definitiva, Iñarritu siempre habla de eso, del amor o falta de él, de la soledad humana, de su lucha por llenar aquellos huecos que solamente terquedad e incomprensión han ido poblando la vida del planeta.
Cuatro historia entrelazadas por un fúsil de caza y un intento de asesinato, cuatro historias enlazadas también por la ausencia de palabras y el miedo a los fantasmas, cuatro historias que el director mexicano ha sabido dar dimensión y unidad (a pesar de que una de ellas carezca de la trascendencia visual y dramática del resto) hasta formar una historia única. Lo peor como siempre, el no poder verla en versión original, para entender aún más esa incomprensión de la que habla el director, pero no se puede pedir todo.

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