viernes, 8 de diciembre de 2006



Tal vez porque él sabe mucho de esto, Banderas habla en su segundo largometraje de los sueños; de los que se cumplen o los que no, de los que se tienen o desean, de los que están y desaparecen. Tal vez porque Banderas ha comprobado que creer en los sueños puede tener su recompesa, El camino de los ingleses se acerca a ese momento de la adolescencia donde la madurez se cuela por el quicio de la puerta y, llama y llama incesantemente hasta que la puerta se abre de par y par y es entonces, donde la caja de pandora puede o no desatar sus vientos. Vida y muerte son los dos binominos que Banderas maneja más con intuición que con precisión, aunque ya en su primer trabajo, Crazy in Alabama, demostró que hacer cine no era un juego para él. Este actor malagueño apuesta por la utilización de los teles y primeros planos, propios de la nouvelle voyage, que aislan a los personajes y los encierran en sí mismos, sin mayor espacio que para sus propios sentimientos.

Miguelito es un joven de espíritu inquieto que tras una operación de riñón, sueña con ser poeta. Pero soñar, como se apunta en un momento del film, es fácil, no así vivir. La dualidad entre la vida y la muerte regresa a la temática de Banderas, tanto física como espiritualmente, en una manera de enfrentar sueños y realidad. A pesar de que en algunos momentos la película adolece de fuerza y abusa de planos subrealistas sin aportar mucho sentido a la historia, Banderas ha conseguido por segunda vez, realizar una película que no pasará al podium de las mejores de la historia, pero que se alejará de las mediocres y banales.

No hay comentarios: