
Inmersos en una sociedad de rudios y excesos, hallar el silencio resulta complicado, ardúo y hasta un tanto extraño encontrar personas que esogen la palabra callada como modo de vida. El gran silencio nos relata en dos largas horas y medi el resultado de ese silencio en la monotonía y cotidaniedad de la vida diaria de unos monjes franceses, en su forma de mirar el mundo, en su manera de entender las palabras y el silencio. Muchos se han atrevido de tacharla de obra maestra, yo simplemente ma atrevo a calificarla de arriesgada y excesiva, por muchas razones.
Arriesgada, porque no es fácil llevar a la pantalla una obra de estas características, una película donde el silencio es el absoluto protagonista de este historia. Arriesgada también por su temática, por la austeridad en su planteamiento, por presuponer la predisposición de un público poco acostumbrado a este tipo de películas. Excesiva, por su largo metraje que convierte en ocasiones en tediosa la narrativa, por su repetición constante de planos y secuencias, por un enclaustramiento que nos arrastra fuera de los cuadres.
Sin embargo, El gran silencio es también una película de reflexión; de retrospección hacia el interior del individuo; de búsqueda del equilibrio; una película que el director afronta con valentia y por momentos de manera suicida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario